La situación privilegiada de Montalbán, en el extremo de la depresión Teruel-Calatayud, rama Daroca-Montalbán, y la confluencia del Sistema Ibérico y la depresión del Ebro, confieren a esta zona un estimable valor geológico y paleontológico.
Del periodo Devónico, era Paleozoica (400 millones de años), se pueden encontrar Hexagonarias, un coral de difícil localización (se le distingue por estar los individuos en colonias, muy agrupados, y por presentar su forma como hexagonal y rayada en el interior), también hay Meristinas, un braquiópodo (del tipo de las almejas) de concha más larga que ancha, más difíciles de encontrar.
Del periodo Carbonífero, era Paleozoica, hallamos Productus y Gigantoproductus, braquiópodo este último de gran tamaño y caparazón marcado por finas costillas, granitos o espinas. También hay Carbonicola, que son las que salen en las minas junto con los helechos y el ámbar.
De la era Mesozoica, los periodos Jurásico (200 mill. años) y Cretácico (150 mill.años) son los periodos que más cantidad de fósiles nos aportan. Entre ellos Trigonias y Gryphaeas, que junto con la Ostrea se encuentran en el yacimiento del Vago. También se pueden ver fácilmente Loxonemas (molde interno de caracol de unos 5 cm.)
Noehilobites, Hilobites (fósiles en forma de bala) y Turrilites (molde interno de un caracol marino de mayor tamaño que el descrito anteriormente) del periodo Cretácico.
Acercándonos ya a nuestra era, Cenozoica (40 mill. de años), en el periodo Paleógeno y especialmente en el Oligoceno es donde más estudios se están realizando. En este periodo comienzan a aparecer animales mamíferos. Se han encontrado dientes de cocodrilos, de mustélidos, ardillas, rinocerontes... La localización de éstos es muy laboriosa y precisa, pues las piezas encontradas suelen ser de tamaños muy pequeños y se requiere el uso de una lente de aumento.
Estudios y yacimientos
En 1960 Matías Freudenthal y otro compañero suyo (entonces estudiantes) descubren un yacimiento paleontológico del Oligoceno en el Cerro del Puntarrón (pequeños mamíferos). El descubrimiento fue casual, volvían de una excursión en busca de fósiles por la margen sur del Ebro, se dirigían a Daroca y pasaron la noche en Montalbán. Al partir, por la mañana, tuvo lugar el descubrimiento.
El estudio se encargó a un francés y los resultados se publicaron en 1968.
Matías se convirtió en el jefe del equipo e investigador del Museo Nacional de Geología de Holanda, con un grupo de investigadores de la Universidad de Granada (Ángeles Sacristán y Javier Martínez) y gracias a un programa de colaboración con las Universidades de Madrid, Zaragoza y Valencia, desde 1986 y durante 20 años, han venido a tomar muestras durante el invierno y ya en Holanda las procesan en su laboratorio, las estudian y entregan su informe anual a la DGA.
En 1993 ya tenían dos publicaciones con resultados concretos sobre el Oligoceno de Martín del Río, más reciente que el del Puntarrón. Buscaron la conexión entre estas dos épocas a partir de los grupos zoológicos de Martín, que son más recientes y los animales están ya más diferenciados, remontando los estudios hasta el Oligoceno inferior.
El proceso de trabajo era el siguiente: toman muestras de arcilla que dejan secar completamente al sol. Cuando está seca, la ponen en barreños a remojo hasta que se forma barro. Este barro se vierte en sucesivas cribas de distintos tamaños, tres en total, de las cuales la última tiene medio milímetro de luz. Sobre estos filtros se lavan los materiales con chorros de agua tomada con una bomba del arroyo cercano. En cada criba queda un material que se deja secar y se volverá a lavar otra vez. En el primer lavado se elimina toda la tierra de los posibles restos; el segundo lavado es más eficaz. A partir de este punto el trabajo es de laboratorio, donde los restos sufren otro proceso de limpieza, primero con ácido, luego con gasoil y finalmente se les aplica un potente imán para liberar las partes magnetizadas de las que no lo están.
Con los restos estudiados y clasificados organizan el plan de trabajo del siguiente año. El proceso es siempre el mismo y, a veces, infructuoso. Ha demostrado que los yacimientos de Montalbán son fundamentales para conocer la datación de las rocas del Oligoceno europeo y ha hecho descubrimientos tan significativos como los dientes de ardillas más antiguas descritas en el mundo.
Los fósiles están declarados Patrimonio de la Humanidad. Debemos respetar las leyes que protegen esta riqueza natural, somos nosotros los que debemos velar para que ésta no desaparezca o sea expoliada de una manera indiscriminada. No intentemos sacar un fósil del lugar donde se halla, lo más fácil es que se rompa, además fuera de su lugar de origen, sin haber realizado un estudio, se pierde gran parte de su valor.
(Extraído de Cantalobos nº 4 y 5, artículo de J. Navarro)
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