Quiero ver cuajar, en oro, / los silencios de la tarde, / cuando el sol duerme en mi pueblo, / en sus piedras y en mi carne. (A.H.Q.)

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Recopilación de fotografías antiguas cedidas por los vecinos de la localidad.

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Una empresa de este calibre no sería posible sin la aportación desinteresada de algunas personas que ocupan parte de su tiempo libre en conservar y difundir esta parcela de arte e historia que nos han legado nuestros más próximos antecesores. Esta labor callada, a veces durante muchos años, merece ser recompensada dando a conocer sus logros. Mi más sincero agradecimiento a todos los que colaboran para que todos seamos un poco más ricos en cultura disfrutando de nuestras raíces. Gracias a José Antonio Ramírez Quílez que ha sido, con la valiosa aportación de su colección (base principal de este blog), la persona que ha conseguido que este blog tuviera vida y por lo tanto más visitantes. Gracias también a la colaboración de Lely Marmesat y a todos los que seguís aportando vuestras fotografías con tanta ilusión: a Pilar Tell Pina, a Dolores Valero, Carmen Quílez y Santiago Valero, Isabel Tirado, Maribel Valencia, Celia Ortín, Miguela Casanova, Joaquín Navarro, José Luis Secanella, Juan Carlos Muñumer.
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Uno de los mayores problemas es fechar las fotografías, intentamos dar una fecha exacta o aproximada pero vuestra colaboración es vital. Si veis algún error o podéis aportar algún dato estaré encantada de corregirlo, nos podemos comunicar por e-mail en la dirección valquilez@hotmail.com.
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El Greñicas


Variadas y dispares son las alusiones a la leyenda-realidad del Greñicas. Como sucede muchas veces la realidad supera a la ficción.

Veamos primero qué nos cuenta la leyenda:  
La tradición oral cuenta la leyenda de un agricultor de Montalbán llamado Juan Espés que, a finales del siglo XIX, se vio obligado a "echarse al monte" al haber desafiado a un adinerado y poderoso cacique local por los abusos que cometía contra los pobres y al que dejó maltrecho tras una pelea. Juan encontró refugio en el macizo de La Muela donde, perseguido por los seguidores y criados del cacique, éste pudo despistarlos al refugiarse en cueva, cuya entrada -circular y de pequeñas dimensiones-, quedaba oculta por los matojos que crecían a su alrededor.
 
Refugiado en el monte, descuidó su aspecto hasta que una larga y desordenada cabellera creció a la par que su barba con el paso de los días, alimentándose de lo que el monte le ofrecía y saciando su sed gracias a los manantiales que brotan en el macizo, la fuente de los Vaciones -muy cerca de la cueva-, y la fuente de Valdemiguel.
El paso del tiempo hizo pensar a Juan, que ya habrían olvidado en la localidad su reyerta con el cacique y optó por retornar para recabar noticias de su familia. Su aspecto descuidado y su melena le merecieron el apodo del "Greñicas" y contó que se refugió en una cueva que desde entonces se la conoce en Montalbán como la cueva del Greñicas. Sin embargo fue apresado y llevado a presidio -al parecer, al penal de Melilla-, del que se fugó en numerosas ocasiones, hacia tierras montalbinas, formando una cuadrilla de bandoleros que recorrieron el río Martín. Sin embargo, cansado de vivir acosado por las fuerzas de orden público, escapó a Francia, donde tuvo familia y murió.
texto: guía del Parque Cultural del Río Martín

Esta es la escueta noticia de la detención del Greñicas el lunes, 4 de enero de 1892
aparecida en el periódico La Vanguardia.

En este libro de los autores Celedonio García Rodríguez y José Antonio Adell
podemos encontrar una referencia a nuestro querido Greñicas uno

 de los últimos bandoleros románticos aragoneses del siglo XIX admirados
 y temidos por el pueblo, y cuyas aventuras han quedado en la tradición oral.
En esta publicación aparece la historia y vida de estos hombres que el tiempo convirtió en leyenda.
Y ahora veamos qué nos cuenta la historia, documentada con artículos aparecidos en los periódicos de la época y de una sentencia dictada por el Tribunal Supremo en un recurso de casación.
Gracias a Pedro Martínez por su ayuda para conseguir la sentencia.

https://www.dropbox.com/home/Public?preview=SENTENCIA+GRE%C3%91ICAS+por+pagina.pdf
Pinchando en la imagen podéis descargar la sentencia en PDF

Según el Diario de Avisos de Zaragoza del 8 de enero de 1892:
El Greñicas empezó su carrera criminal cometiendo un doble asesinato, con dos ancianos, padre e hijo de dicha población (Montalbán) por el año 1867. 

Juan Espés Rubio, alias Greñicas, fue sentenciado por la Audiencia de Zaragoza el 22 de enero de 1868 a la pena de cadena perpetua y accesorias por delito de homicidio y a cuatro años y ocho meses de presidio por otro de lesiones, penas que al reformarse el Código se conmutaron en 1871 por la de 20 años de cadena temporal y seis meses de arresto mayor. Esta condena la comenzó en el penal de Ceuta.

Juan Espés desertó del penal de Ceuta en mayo de 1872, fue capturado e ingresado en el mismo penal siendo sentenciado por el Consejo de guerra a sufrir las mayores privaciones.

Posteriormente fue trasladado al penal de Melilla de donde se fugó en febrero de 1878, y según el mismo Diario de Avisos de Zaragoza: "...desde entonces hacía sus incursiones al país de su origen, ya para cometer venganzas, ya para hacer robos y estafas. En la historia de la criminalidad de dicha comarca no se ha conocido otro que infundiera más pavor. El nombre de Greñicas erizaba los cabellos, atemorizaba a las gentes y asustaba a los niños: era una sombra, un fantasma, un demonio, peor que se le veía y todo el mundo lo callaba."

Muchos años después “El País” apunta que “Juan Espes (a) «Greñicas», que había llegado fugado por segunda vez del presido de Melilla, se propuso ser el terror el pueblo...”.

Efectivamente, durante 14 años el Greñicas fue uno de los bandoleros más temidos por los habitantes de la zona de Montalbán. Sus fechorías eran cometidas con la ayuda de su cuñado Ramón Aznar. Se sabe que alrededor del año 1889 envió una carta a D. Jerónimo Balduque, vecino de Montalbán, en la que a este y al cura párroco D. Pablo Calahorra les pedía recursos para marchar a América. Aunque la carta no contenía amenazas los vecinos se sentían intimidados por el Greñicas que estaba fugado de presidio. Estos le entregaron doscientos y pico reales.

Juan Villariz Gadea fue otro de los extorsionados. El Greñicas le pidió 200 duros, también con la excusa de marchar al extranjero, y al negárselos el Villariz, manifestó el Espés que se los diera por las buenas, y que si no podía le diera la mitad. Algunos días después se presentó Ramón Aznar Martín, alias el Aragonés, diciendo a Juan Villariz que su cuñado Juan Espés, estaba muy incomodado porque no le había llevado el dinero, y por esta causa la esposa de Villariz llevó por encargo de este 100 duros a casa de Ramón Aznar, a quien los entregó, acusándole recibo de dicha cantidad a los pocos días el Greñicas.

Días después, al llegar a su casa José Carral, fue sorprendido por Juan Espés, el que dándose a conocer y haciendo como que quería llevárselo hacia la cuadra, le pidió 300 duros, contestándole el Carral que le daría 50 duros al siguiente día, manifestándole el Espés que los entregara en casa de su cuñado Ramón Aznar, enviando el Carral por temor los 50 duros por conducto de su esposa, y después recibió carta del Espés diciéndole haber recibido la cantidad.

También envió carta a Lucas Quílez Martín, en la que decía que necesitaba 6.000 reales para marcharse a los Estados Unidos, acudiendo a él antes de emplear otros medios, para que le diera la mitad encargándole secreto, y que para la contestación se viera con su cuñado Ramón Aznar, a quién manifestó el Quílez que no la podía dar, pero que si Juan Greñicas lo tenía a bien, fuera a su casa, le daría una limosna, por lo que una noche inmediata se presentaron en casa del Quílez Juan Espés y su cuñado Ramón Aznar, donde les tuvo dos días, tratándoles bien y dando 5 duros al Espés cuando se marcharon.

El 2 de diciembre de 1891 Ramón Aznar recoge de José Carral para su cuñado Juan Espés 2 tapabocas valorados en 10 pesetas cada uno y 50 pesetas en metálico, a consecuencia de la carta que José Carral había recibido anteriormente.

En 1891, en la noche del 15 al 16 de diciembre, Juan Espés llamó a la puerta de D. Juan Francisco Sánchez, el Abogado, vecino de Montalbán, y preguntando por él y no encontrándose este en casa volvió el Espés, sin encontrarle tampoco, volviendo en la noche siguiente y hallando al Sánchez en casa, le dio un papel escrito en el que le decía que iba a hablarle con toda confianza, manifestándole que había vuelto al país para recoger dinero y marchar al África, por lo que temeroso el Sánchez le dio siete ú ocho pesetas que llevaba encima y marchó el Espés.

El 24 de diciembre, Juan Espés escribe una carta a Francisco Sánchez, escrita con lápiz, donde le indica que hable con algunos de los amigos para recogerle alguna cantidad de dinero para ponerse a salvo y retirarse de la tierra para no volver. Dos o tres días después escribe otra carta a Lucas Quílez en la que le decía que le suponía enterado de lo hablado con D. Francisco el Abogado, a quien había escrito para que recogiese lo que pudiera entre los amigos, y pensaba que él sería uno de ellos, así que confiaba en algo; pero ha sido todo lo contrario; que en vez de ser lo que esperaba, lo habían dado notorio todo el mundo; que había hecho muy bien, y les faltaba dar otro paso, que es el más peligroso, el de ver si lo podían coger vivo o muerto; pues para él era lo mismo; pero si el golpe lo dan en falso, desgraciado al que le toque el rayo, porque así como sabe que si le toca a él no va a haber perdón, él tampoco lo dará y buscará ocasión, [...] nadie sabe a quién le tocará; que ya que le dan la fama, que sea verdad en adelante, si no se cumplen sus deseos; y pese a quien pese; así es, que le entregue a su amigo el Abogado 100 duros, que este ponga 200 y se los entregue a quien él sabe con la carta presente, para que esta vuelva a sus manos; y si la entregasen a la Autoridad, que nada hay entonces que hablar; que  hagan lo que mejor les parezca, ya están advertidos para que no se quejen de lo que pueda suceder; pues él no se llevará chasco de lo que suceda, está a todo; terminando el Espés la carta con las palabras, o la guerra o la paz. Francisco Sánchez y Lucas Quílez escribieron a Juan Espés ofreciéndole 50 duros, cuya carta no quiso recibir Ramón Aznar ni la familia del Espés. Pero en la maña del 2 de enero de 1892, se presentó Ramón Aznar, el Aragonés, en casa de Quílez, por encargo de su cuñado Juan Espés diciéndole que iba por los 300 duros y con orden de este de no recibir cantidad menor; llamado D. Juan Francisco Sánchez entregaron al Aznar 875 pesetas el Sánchez y 500 pesetas el Quílez, presentándose entonces la Guardia Civil y detuvieron al Aznar con las cantidades dichas ya en su poder.

Seguimos con el relato del Diario de Avisos de Zaragoza:
"Fueron inútiles las preguntas y ruegos hechos al Aragonés para descubrir el paradero del Greñicas. Pero una vez aquel en la cárcel con varios individuos de la familia o parientes de éste, las autoridades todas dieron gallarda muestra de su actividad y celo, con somatén permanente, registros continuados, vigilancia por todas partes, hasta dar con los bandidos, que se guarecían en una casucha del Arrabal de Montalbán. 

Ante la guardia civil no hicieron resistencia los bandidos, y el Greñicas, que no se acordó en aquel momento mas que de su vida, pidiendo a sus aprehensores se la conservaran, desmintió su historia y la opinión que de él se tenía. La guardia civil de aquel puesto, sin más jefes que los cabos Navarro y González, el juez de instrucción D. J. Eduardo Tormo, su escribano D. Francisco Hernández Mateo, el alcalde D. Mateo Serna, secretario del ayuntamiento y todas las autoridades y personas de representación, contribuyeron por modo igual a tan singular captura, sin derramamiento de sangre y sin desgracia alguna. 

 El éxito coronó el esfuerzo de todos. La villa de Montalbán y sus habitantes, la comarca entera y la provincia de Teruel están de enhorabuena. Contribuyó con especial y tenaz cooperación a la captura de los bandidos, el alcaide de la cárcel D. Ramón Alegre y Feced, ex-sargento de ingenieros, probo y celoso empleado que, de su bolsillo particular, había sostenido inteligente espionaje, que dio por resultado poder comunicar a la guardia civil el paradero de los criminales. El juzgado procede sin tregua ni descanso en la formación del sumario, que será extenso y laborioso, dada la no vulgar inteligencia de los bandidos. Se ha telegrafiado a las autoridades superiores. Merece plácemes la benemérita guardia civil, el juzgado y las autoridades de Montalbán.

Periódico La Correspondencia de España
 
  El primer intento de fuga tras la detención tuvo lugar un mes después, en febrero de 1892; la noticia de “El Eco de Teruel” nos desvela, por ejemplo, que se utilizaban grilletes para amarrar a los presos. También se puede leer esta noticia en los periódicos El Isleno, Diario de Avisos de Zaragoza y el Noticiero Balear.

El Eco de Teruel
Los “breves días” se convirtieron en casi un año, pues el traslado de “Greñicas” y su cuñado y compañero de fechorías, Ramón Aznar (a) “Aragonés” se produjo el 10 de enero de 1893.
Eco de Teruel

 El 19 de mayo de 1893 fueron juzgados por robo. “El Eco de Teruel” refleja que el primero fue condenado a 34 años, y su cuñado a 16 años y dos meses.

Periódico La Verdad
Eco de Teruel


En diciembre de ese 1893; nuestro personaje sigue en la prisión de la capital y protagoniza un segundo intento de fuga tras el de Montalbán; nos da la noticia de nuevo “El Eco de Teruel”

En 1894, mientras era trasladado a la prisión de Melilla, se fuga de la cárcel de Almadrones el 10 de mayo, aunque consiguen capturarlo.
Periódico El Correo de España
Aunque también hubo quien quiso aprovechar la fama del Greñicas para delinquir. El 17 de mayo de 1894 un vecino de Plou se presentó a D. Lucas Quílez diciendo que iba en nombre del Greñicas para que le entregara 3000 duros y 2 chicas, hecho curioso que podemos leer en la noticia del Eco de Teruel
Noticia de El Eco de Teruel
Tras ser enviado otra vez al penal de Melilla vuelve a fugarse el 4 de octubre de 1895.
Noticia del periódico La Verdad

Noticia de El Correo de España

El 26 de diciembre de 1895, el Heraldo de Madrid publica la noticia de que el Greñicas ha comenzado a hacer fechorías en la provincia de Teruel después de cumplir larga condena, pero el periódico La Opinión rectifica la noticia asegurando que en realidad está fugado pero no se le espera por la zona de Montalbán.

Noticia del semanario La Opinión

A partir de esta fecha ya no se tienen noticias del Greñicas, hasta que en 1903 aparece en la prensa su nombre en una noticia de un triple asesinato que comete un sobrino suyo, Pablo Aznar, hijo de su hermana casada con Ramón Aznar, el Aragonés. Según esta noticia Juan Espés había sido visto en el Mediodía francés, Burdeos, en marzo de 1902, vivía allí así como su hermana que fue con sus hijos más pequeños. Ramón Aznar, el Aragonés, también emigró a Francia después de cumplir su condena rebajada con varios indultos.

El crimen de Gratecap

Según la noticia del periódico La Vanguardia del 22 de diciembre de 1903, el terrible crimen de Gratecap fue cometido por Pablo Aznar Espés, alias el Greñicas pequeño, de 26 años de edad, y Cayetano Vicente Cirujeda Martín, alias el Churro, de 31 años de edad, ambos de Montalbán. Vicente Cirujeda fue procesado a los 17 años de edad por fratricidio y a los 23 por amenazas de muerte, y otras varias por lesiones. Pablo Aznar hizo el servicio militar en Cuba y cuando volvió se reunió con su madre y hermanos en Burdeos.
 
El crimen fue perpetrado la noche del 23 al 24 de abril de 1902, en Gratecap, término de Genzoc, circunscripción de Libourne, departamento de Gironda (Aquitania). Los autores fueron detenidos en Bilbao y allí juzgados, siendo condenados a muerte. El relato de los hechos aparece en todos los periódicos importantes. de la época.

En Gratecap vivían Pedro Gracia con su esposa, Concepción Supervia, y el hijo de ambos un bebé llamado Edmundo de unos 5 meses de edad. Eran de nacionalidad española y estaban dedicados en Francia a los trabajos de agricultura y obras.  Por la condición de ser españoles amparaban y protegían a sus compatriotas cuando iban a Genzac, protección que dispensaron a Pablo Aznar, proporcionándole trabajo y vivienda en algunas épocas que estuvo en dicho pueblo.

Como españoles que eran, proporcionaban trabajo y vivienda a los compatriotas que allí iban, dispensando trabajado y vivienda al “Greñicas pequeño” en alguna épocas en que estuvo en el pueblo.
A medianos de abril de 1902, allí se encontraban Aznar y Vicente; en una ocasión oyeron hablar a Pedro Gracia del dinero que guardaba su mujer y que llevaba constantemente encima. En las primeras horas de la noche del día 23, los procesados, después de cenar se entretuvieron jugando a la baraja. A las dos de la madrugada se levantaron de la cama, subieron a la habitación en la que se encontraba Pedro Gracia, su mujer e hijo, y acometiéndolos con navajas, dieron a los tres muerte en el acto. La agresión de los esposos se hizo cuando estos estaban completamente indefensos, desprevenidos y solo con la ropas de dormir, y la agresión al niño cuando estaba en la cama. Pedro Gracia fue degollado recibiendo de los procesados 31 puñaladas en todas las partes del cuerpo, algunas de ellas en la región glútea cuando estaba muerto y boca abajo. Asimismo, Concepción Supervia fue degollada, recibiendo 12 puñaladas en todas las partes del cuerpo. El niño también fue degollado, recibiendo ocho puñaladas, todas ellas en el cuello. Cometidos estos crímenes, los dos procesados se dedicaron a coger cuantos objetos les convenía, y con ánimo de lucro se apoderaron, por lo menos, de dos billetes del Banco de España, de 50 pesetas cada uno, una moneda de oro de 10 francos, una cadena de plata, dos relojes, un revólver, unas botas y varias ropas, tasados todos estos efectos judicialmente en 50 pesetas.
Noticia del asesinato de Gratecap



Grabación del corto "El hada de Montalbán"


Un proyecto de un grupo de personas que pretenden difundir la historia y la cultura de Montalbán. Según sus propias palabras: "Creíamos desde el principio que seríaa algo muy bonito filmar la leyenda de el hada de Montalbán. Esperamos que el resultado sea de vuestro agrado y hayamos captado la esencia de esta gran historia. Nosotros hemos puesto toda la ilusión, el alma, el corazón, la pasión y el esfuerzo. Cada uno de nosotros lo esta dando todo y pronto tendremos la película para compartirla con todos. Buenas noches, y no dejéis nunca de soñar, a veces los sueños se hacen realidad."

Podéis seguir el proyecto desde: https://www.facebook.com/pages/El-HADA-De-Montalban/1582433325344386?sk=timeline

Preparando el maquillaje de Aldonza

Una escena del rodaje

Leyendas de Montalbán. La historia de Aldonza y Berenguer

Dos son las leyendas que corren de boca en boca en esta localidad, la de la loca de Montalbán y la del Greñicas. La loca de Montalbán o los amantes de Zaragoza, como también es conocida, es una bonita historia que cuenta los amores truncados de Aldonza de Entenza y Berenguer de Azlor. Aquí podéis verla transcrita en aragonés y más abajo en castellano. Aunque corren diversas versiones en castellano os ofrecemos una publicada en una revista del año 1935, el artículo está firmado por Dr. G. Garcia-Arista (Académico c. de la Española y de la Historia).
El Greñicas es la historia del bandolero acusado injustamente.

 

A istoria de Aldonza y Berenguer

Aldonza de Entenza yera una mesacha popiella, bien polita, que bibiba en o palazio de ro suyo tío don Chaime de Bolea en Zaragoza. Aldonza yera namorata de ro guallardo y balién caballero Berenguer de Azlor, pero don Chaime, zeloso de istos amors, enzarra a ra suya sobrina en ro palazio y le rezenta una falsa istoria dizindo-le que Berenguer ye o suyo chirmán.
Aldonza permenó muito, o tiempo de más de una añada, mientres que ro bil don Chaime quereba consiguir o suyo cariño.
Berenguer s'en fue ta Napoles a guerreyar y dezaga de grans ixeras s'en torna ta España consiguindo ra Encomienda de Montalbán.
Aldonza, barrenada por o desengaño, fuye de Zaragoza y s'aprebene en os mons, minchando radizes y fruitos y entutando-se de todas as chens.
Ban pasar bellas añadas y un diya, de tardada, en o preto de ro ibierno, dos caminans balbos y tritolando marchaban enta Montalbán. En o cobalto de un tozal, a la dreita de ro camín, sentión un chilo de terror que les cheló ra sangre.
Mirando-se entalto beyeron una blanga fegura de muller columbrándose contra ro zielo embarrau. Os dos caminans pretaron a correr aterraus y no s'aturaron dica plegar ta ro castiello de ra billa.
Demandaron charrar con don Berenguer y un criau menó-los ta ro posiento an yera ro siñor. Posaus en amplos sillons de cuero y amán de ra xera que brilaba en ra chaminera, habeban beluns caballers de ra Orden de Santiago. Entre ers yera don Berenguer, con o tozuelo repuntau en tobos almadons, acochau con mandiallas y pelletas y o semblán arguellau, siñal de ra malotía de amor que amonico, amonico le sacaba ra bida.
Ixalfegando y farfallando os caminans ban rezentar a ros caballers a trobada que eban teniu con o totón blango que escazilaba, petenando por os mons. Toz se ban esmelicar cuan ban ascuitar a istoria de os dos biacheros foranos creyendo que yeran basemias de presonas polegosas y aparateras.
Don Berenguer preguntó a ros caminans si eban bisto antimás bella pieza de cazata mayor. Respondión que sí y le amostraron o puesto. O siñor de ro castiello más animau y enzerrinau con ista istoria, pensó de salir o diya siguién de cazata. Isto cuacó a ros caballers que prenzipiaron os paratibos.
En rayando l'alba salión os monters con os cans, dezaga marchaba don Berenguer y continaban os caballers de Santiago, os paches y os criaus.
Cuan ban plegar ta ro puesto que eban dito os caminans, ban beyer un pardo. Bels caballers, con o siñor debán, pretan a correr dezaga de ro animal. En ixe inte, atro pardo acucuta y toz os caballers le siguen, nomás don Berenguer sigue a ro primer animal, blincando clotas y galachos. De botiboleyo, una fegura umana aparixe dezaga de un matical y estanfurra a ro pardo. Berenguer s'atura y alufra, narcau, a una mesacha choben con bistiu blango a xiretas, escalza, morena con a greñamenta esbarachada y trafegau l'esmo.
O Comendador s'en baxa de ro caballo y s'enfila ta ra muller. Se sintión dos carcalladas y un chilo estridén: -¡yera o mio chirmán!-, que permenó a Berenguer cuan reconoxió ra boz de Aldonza. Era fuye a tot meter entalto, puyando por o tozal. Berenguer l'engalza y l'agarrapiza chusto antis de cayer por o xerbigadero. O caballero farfalla:
-¡Aldonza! ¿Tú por astí?
-Chist... calla. He puyau astí para beyer-lo. Ye allí agora -repondió era, zeñando con o dido ro castiello-. O mio tío me dizió que no podeba ser o mio mariu porque yera o mio chirmán. Don Chaime quereba casar-se con yo. Lo refusé y me enzarró, pero yo fuyi-me y dende allora beigo a Berenguer toz os diyas porque ye en o castiello.
-¡Mirate-me, mirate-me, Aldonza! Soi yo, Berenguer, soi beniu ta menar-te a ro castiello.
Aldonza l'alufra y por os suyos güellos pasa una rayada de luzidez. Sin tartir esbota a plorar y chila: -¡ye o mio chirmán!.
As trompas de ros cazadors y os escachilos de os cans xorrontan a Aldonza que preta a correr. O Comendador eslanguiu por l'escamallo no puede siguir-la y caye desganau.
Cuan plegan os caballers, Aldonza s'en ye iu y anque ban buscar a ra muller no ban trobar cosa.
Don Berenguer cayó malo con fiebres y bellos diyas dimpués, en o castiello, se petatió. Estió apedecau en a ilesia.
Una tardi trista y pazina de ro ibierno, cuan fue o sacristán a trancar as puertas de ra ilesia, beyó un bulto chitau en a fuesa de don Berenguer. Yera Aldonza, no alentaba. Penchada de ro cuello portiaba una bocha con as cartas que le eba nimbiau o suyo inamorato. Berenguer y Aldonza estioron apedecaus chuntos en a mesma fuesa y ban ficar una lapiza en a que se leyeba:
CHUSTO YE QUE RETANTAN CHUNTOS EN A MUERTE
OS QUE TANTO SE AIMARON EN A BIDA.

El hada de Montalbán (Documento en PDF)
Humillante a no dudar, tenía que ser para los italianos aquel largo dominar del esforzado Alonso V de Aragón, en buena parte de su patrio suelo, desde que en 1420, la reina Juana de Nápoles, lo llamara en su socorro, cuando el aragonés ya tenía domeñada la Cerdeña... Y el esfuerzo para expulsar al dominador tenía que ser definitivo. Al objeto, formaron liga: el Papa, los venecianos, los florentinos y los genoveses, con ayuda clara de casi todos los príncipes de Italia para echar de ella a los aragoneses. Pero, don Alonso, con ánimo valeroso, hizo frente a todos, puso cerco a Nápoles , y la bella ciudad del Vesubio hubo de rendirse a las armas de Aragón. La entrada de don Alonso en Nápoles fue solemnemente triunfal (y así perpetuóse, luego, en monumental fachada del regio palacio), como correspondía al éxito alcanzado y al poderío de tan esforzado Rey. Era el año 1443. Convocó en seguida Parlamento, hizo jurar como sucesor suyo en aquel reino a su hijo don Hernando, pactó la paz con el Pontífice, y pronto la corte napolitana fue un emporio de sabiduría, en donde la cultura aragonesa del siglo XV -el siglo de oro de Aragón-, llevada allí por Alonso el Magnánimo, fue la levadura del Renacimiento que tanta gloria diera luego a Italia.
Y fue entonces cuando don Berenguer de Azlor, el bizarro caballero, que tanto se distinguiera por su valor en el ejercicio de las armas, como por su ingenio en el de las letras, acercóse reverente al Rey, diciéndole:
-"Señor: Prestéos, muy honrado, mis servicios, mientras juzgasteis vos de me necesitar. Hoy que la paz reina en vuestros estados de Italia, pido vuestra licencia, Señor, para regresar al suelo patrio, donde -allá, en la capital de vuestro reino- hace años me espera con ansias de amor, fielmente correspondidas, una dama que es señora de mi corazón y de mis pensamientos, y cuya mano voy a solicitar."
Y, con la venia del Rey, don Berenguer partió para Aragón.


II
Aquel palacio, de sabor gótico no lejos del Temple (del que no queda hoy más que la calle de su nombre), es la concha que encierra... que aprisiona diríamos mejor, la perla más hermosa que Zaragoza viera. Rubia como los soles, esbelta cual la palmera, hermosa como una Venus, y pudorosa y casta como una santa Virgen: tal era doña Aldonza de Entenza, huérfana y heredera de ilustre nombre y de cuantiosa fortuna, y encomendada al cuidado y tutoría del noble prócer don Jaime de Bolea, señor, ya entrado en años, y viudo a la sazón. El haberla acogido de niña y las gracias y encantos de la huérfana, habían engendrado en don Jaime afectos y sentimientos, que ni él mismo acertaba a clasificar; pero que eran hondamente sentidos, y tiernamente pagados por la linda huérfana. El de Bolea no sabía mirar por otros ojos que por los de la hermosa Aldonza; quien, no obstante, suspiraba por ausentes amores y prolongadas ausencias.
Un día de fines de diciembre de 1443, y mientras doña Aldonza hallábase orando ante el Sagrado Pilar, pidiendo acaso la vuelta del ser querido, vio que apuesto y gentil guerrero sin despojarse aún de las armas, se acercaba sumiso y devoto a la Santa Imagen y depositaba, como ofrenda, su espada de combate.
Dióle entonces a Aldonza un vuelco el corazón, y una súbita alegría inundó su alma toda.
* * *
-¿Don Jaime de Bolea?- preguntaban poco después en la casa de la calle del Temple.
Y pasado, que fue, el visitante, pronto reconoció en él, don Jaime, al esforzado paladín y nobilísimo caballero don Berenguer de Azlor.
-Conozco el objeto de vuestra visita -adelantóse a decir el de Bolea-. Pero...
-¿Qué?... ¿qué?... -cortó con ansiedad el recién llegado.
-¡Que vuestro amor es... (¡sensible es decirlo, pero hay que decirlo, y pronto!) es imposible.
-¿Qué estáis diciendo? ¿Impo... si...?
No pudo seguir don Berenguer. Hubiera él querido tener frente a sí en aquel momento, a todos y juntos los enemigos contra quienes combatió; para acometer, ahora, intrépido, contra ellos, y vengarse de su desgracia en alguien; ya que, en el noble tutor de su amada, no podía hacerlo. ¡Dios de Dios!
-¡Calma! ¡Calma! -repuso don Jaime-. ¡No son los hombres los culpables!... ¡Es la fatalidad, la horrible fatalidad!
-¿Pues?...
-¡Estáis, don Berenguer, enamorado de vuestra propia hermana!
Y unos documentos, exhibidos por el de Bolea, probaron a don Berenguer la certidumbre de su desgracia.
III
En la confluencia del ya caudaloso Martín, con el modesto Adobas, se halla enclavada la antes poderosa, y hoy maltrecha villa de Montalbán. Y, hacia la parte sur, elévase un picacho, adosada, al cual, halláse una iglesia, si bien espaciosa, estéticamente pobre; al punto, que nadie adivinara en ella la antigua fortaleza de la Encomendada de Santiago, si, subiendo a las alturas, no advirtiera en su cimborrio, ventanales ojivos y otros restos de perdidas artísticas grandezas, amén de huellas de un foso, que aún circunda la Iglesia-fortaleza. Y, ya en la cima del picacho, adviértese otro, frontero, en las faldas del macizo de Sant Just, separados ambos por el río Martín, al que sirven como de guardias o centinelas, y en aquel que fue paso importantísimo de la ruta de Valencia, cuando antaño ascendía ésta por el macizo, atravesando su gran meseta (todavía marcan hoy la tal ruta una larga hilera de pilares que, por su altura, nunca salva la nieve, sirviendo así de guía al caminante), y descendía hacia Aliaga, para tomar el curso de Alfambra, y, luego, el del Guadalaviar, hasta entrar en Valencia.
Tal fue la ruta seguida por Rodrigo Díaz de Vivar. Y aún lleva su nombre: "Peña del Cid", el segundo de los picachos: aquel que antes fuera fortaleza goda con el nombre de Pina Castel, junto a la antigua Libana, en las lindes orientales de la Celtiberia.
Como hada del roquero castillo, habitábalo, a mediados del siglo XV, una enlutada dama, que, mientras la luz diurna se lo permitía, pasábase las horas contemplando, extática, el próximo y frontero castillo de la Encomienda. Y luego, cuando las sombras de la noche le impedían avizorar lo que parecía ser el objeto de sus ilusiones, la dama descendía de la Peña y, descompuesto el semblante, extraviada la mirada, suelta la cabellera, corría por entre los peñascos como genio de las sombras, como hada de los bosques... Y, atraída por el eco de las campanas que, a los caballeros religiosos del castillo-monasterio de la Encomienda, llamaba a la oración, la dama se acercaba al pie de la muralla. Y, allí, en el silencio de la noche, escuchaba con éxtasis la mística salmodia, que salía por los góticos pintados ventanales, y que mezclándose con sus sollozos, iba a perderse en el murmullo de las aguas del Martín.
Y, extinguido que era el cántico religioso, la dama regresaba a la hora de las tinieblas por entre bosques y peñascales, hacia su empinada residencia, huyendo de las gentes, si por acaso encontraba, exclamando: "¡Era mi hermano!... ¡Era mi hermano!"... Y la dama se encerraba en la fortaleza del Cid.
¡Desdichada doña Aldonza!... ¿Por qué llevaba vida tal?... ¿Por qué aquel castillo frontero era atractivo de su existencia?... ¡Ah! Aunque el enamorado doncel, Berenguer de Azlor, tratara de borrar las huellas de la suya, tras la rota de su corazón, supo al fin la de Entenza que el que fue predilecto de su alma, era, un día, caballero profeso de la Orden de Santiago, con voto de castidad, en la Encomienda de Montalbán.
IV
Luengos años prolongó así su existencia desdichada la desdichada Aldonza... Un día, al caer la tarde, cuando el sol lanzaba sus postreros rayos sobre la Peña del Cid, inundando, a la vez, de resplandores el picacho de Montalbán. Aldonza descendía de la montaña hacia el castillo de la Encomienda... ¡Qué huella habían dejado las penas en su belleza virginal!... ¡Pobre azucena, marchitada por las furias del infortunio!... ¿Qué glorioso influjo guiaba a la pobre Aldonza hacia el santo lugar?... Pasando la muralla por la solitaria puerta de Santa Engracia, llegó al pórtico del templo, y, vacilante, se detuvo... Las sombras de la noche ya invadían su interior; y un silencio sepulcral denunciaba la soledad absoluta... Y entró... A la luz de una lámpara blanquecina y temblorosa, Aldonza, impaciente recorrió la iglesia buscando, buscando... Al fin, halló una recia puerta, empujó y descendió a la cripta... Allí estaban los sepulcros de los Caballeros de Santiago. (Todo ello, con la iglesia -que luego fue restaurada- desapareció en la guerra de la Independencia.) Una débil lámpara que iluminaba la imagen de un Santo Cristo, sobre un sepulcro, hízola detenerse, y leyó un nombre: "Berenguer de Azlor"... Alzó la dama sus ojos, con extraña, plácida sonrisa hacia la imagen del Salvador, e impulsada por inexplicable fuerza ascendió al camerín, abrazóse al Santo Cristo, cubrió su rostro de lágrimas y Aldonza desprendióse bruscamente, cayendo exánime sobre la tumba de Berenguer...
Cuando los sirvientes de la iglesia reconocían ésta para cerrar, hallaron a doña Aldonza rígida y yerta como una de esas estatuas yacentes que adornan los panteones.
Y allá mismo diz que fue sepultada la errante dama, bajo esta inscripción:
Aquí reposan, juntos en la muerte,
los que tanto se amaron en la vida.
¡Dios piadoso les dé buena acogida,
ante su infausta suerte!
V
Atravesaba el claustro grandioso del grandioso convento de San Francisco -víctima de las bombas francesas, como tantos otros monumentos de Zaragoza- un fraile de noble semblante y cabeza cana, bajo cuyo tosco sayal, adivinábase, en andares y actitudes, cierta distinción aristocrática...
Y alguien, al verlo, recordó:
¡Ah! ¡Sí! Aquel noble prócer, tutor de una hermosa doncella, que, enamorado de sus encantos y no pudiendo hacerla suya, impidió que fuese de otro, fingiendo -hasta con falsos documentos- que entre éste y la dama mediaba un impedimento de hermandad.
-¿Don Jaime de Bolea?...
-¡Así se llamó en el siglo!
VI
Las misiones de Marruecos atraían, entonces, a los más fervorosos apóstoles de Cristo... La nave atravesaba el estrecho... Una horrible tempestad hizo que el mar se tragara la nave... Con ella se hundió, el último, abrazado a un Crucifijo y gritando: "¡Perdón, Señor, perdón!", el P. Jaime de Bolea.
Dr. G. García-Arista
Académico c. de la Española y de la Historia (1935)



Según Santiago Temprado Ordíaz en su libro Pueblos de Aragón - Ed. Alcañiz, Paterna 1993, 230 páginas.
Montalbán.- Este núcleo urbano lo empezaron a llamar así los Templarios, por estar en la falda del Monte Majalinos (1640), llamado en su tiempo Monte Albano, con nieves perpetuas durante la mayor parte del año, el Montblanc del Maestrazgo aragonés. Mont Album < Montalbum < Montalbam <Montalbán. Montalbán tiene minas de carbón de piedra, canteras de mármol, industrias varias y tejidos de lana y lino. Tiene un histórico castillo y una majestuosa iglesia parroquial dedicada a Santiago, de gótico mudéjar, del siglo XIII, construida como sede templaria y posteriormente de la encomienda de la Orden de Santiago. En Montalbán se consumó la historia de amor de Berenguer de Azlor y Aldonza de Entenza, los amantes de Zaragoza. Jaime I el Conquistador le dispensó grandes atenciones, pues le prometió protección y le concedió el derecho de monedaje. En la primitiva iglesia del castillo fue enterrado el hijo con su segunda esposa Dña. Violante de Hungría, el infante Pedro Fernández de Izar .
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