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El edificio corresponde al desaparecido Casino, situado en la Replaceta de los Ajos que recibe este nombre por ser el lugar del antiguo mercado de ajos. Es un edificio neoclásico (siglo XIX) de carácter muy urbano, aunque sin apenas elementos formales. Tiene tres pisos más el ático, donde se abren tres óculos. La portada es adintelada y en los dos pisos siguientes hay tres calles de balcones con huecos recercados en yeso. En el siglo pasado era una fonda a la que acudían los viajeros a dormir y comer y estaba regentada por Gregorio Gimeno.
Pocos bares ha habido con tanta historia como el Casino. Varias generaciones lo han conocido como club de socios o como bar público. En su última época abierto al público lo hizo con el nombre de bar Mallén, regentado por Antonio y Nati, aunque siempre será conocido como el Casino.
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Antonio Mallén, el último propietario, llegó en 1970 y empezó a trabajar como conserje, pero a los seis meses de llegar se disolvió la sociedad y se instaló por su cuenta con la ayuda de su esposa Nati. Tuvieron que empezar de cero porque les embargaron la cafetera y la nevera. Compraron 30 mesas y 130 sillas que para esta población pueden parecer demasiadas pero la costumbre de ir al bar a jugar a las cartas hacía que se ocuparan todas las mesas en media hora con jugadores de guiñote, rabino o subastao. También se jugaba al billar y al futbolín. Los domingos era costumbre ir a tomar el vermú (quién no se acuerda de los mejillones con tomate). Durante las fiestas patronales, los balcones del Casino eran un lugar privilegiado para ver las vaquillas. Alrededor del año 2000 el Casino cerró definitivamente. Hoy en día está en venta y en un estado semirruinoso.
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